Graciela Ortiz Zavalla
Con la insegura autoridad que nos da
despachar un prólogo, arriesgo, pues,
las solicitaciones que siguen.
J. L. Borges
Más de una vez me encontré frente a un manuscrito leído con la intención de presentarlo, por expreso pedido del interesado. En cada caso, leí para encontrar la particularidad, aquello que convertirá al libro futuro en el objet trouvé de algún lector. Es que, de alguna manera, el libro ya está en el lector que lo encontrará como algo que se trama –en el doble sentido de la palabra– en la lengua compartida.
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